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Por: Jessica Campos

Una iluminada y resplandeciente Torre Eiffel a las 19.00 hora local; una brisa fría y suave con mirada a un dinámico Río Sena; una vista amplia con atención plena a la Plaza de los Artistas en Montmartre. Tres momentos de conexión con la ciudad del amor París, Francia.

Cuando se trata de conocer nuevos destinos, he contado con esos llamados momentos de conexión. En mi opinión, ocurren para darte la bienvenida a ese lugar desconocido, para mostrarte el más amplio panorama, sus colores, sus olores, su esencia, su clima, su personalidad.

En ese orden ocurrieron. Luego de una extensa semana en la colorida Madrid, era hora de conocer la ciudad protagonista de Europa entera. Gris, pretensiosa y con un tanto de misterio fue mi primera impresión de ella. Iniciamos recorrido hacia el histórico Arc de Triomphe a través de sus calles amplias y concurridas, y por algún motivo desconocido, mi atención aún no era captada por esta ciudad, como resultado de ello mis primeras imágenes fueron etiquetadas con un “Bored in Paris”.

Retornamos por el mismo camino para dirigirnos al siguiente destino, no sin antes detenernos en la entrada del túnel que dio el último Adiós a la Princesa de Gales LadyDi, oscuro, estrecho y rodeado de flores en representación del amor que aún fluye. Minutos más tarde, estaba allí, exactamente como la describe cualquier website de turismo. Firme, con una textura sólida y un color que representa su fuerza, ubicada estratégicamente para ser captada desde cualquier espacio, La tour Eiffel. Escogimos una crepe de nutella propia de aquel lugar y nos dispusimos a esperar con ansias el evento en el que todos afirmaban que esta torre sería capaz de iluminar la ciudad entera. Así fue, a las 19.00 hora local, ella da la bienvenida a la noche, única en su espectáculo, capaz de cautivar todas las miradas y más de un corazón. Con sólo mirarla, se obtiene ese sentimiento del que hablaba varios posts atrás, felicidad; y por supuesto se comprende cuando me refería que el mundo se detiene, sin parar. Primer momento de conexión.

Toda la ciudad es transitable, cada rincón es merecedor de ser descubierto. Tomamos un extenso camino para llegar a la Cathédrale Notre Dame, haciendo parada en uno de los puentes peatonales. Concurrido por la abundancia de turistas tratando de captar sus recuerdos, logré abrir espacio para disfrutar de esa vista. De inmediato, todo tornó de manera lenta, sin voces ni distracciones, sólo una brisa fría y suave, y un dinámico Río Sena. Es así como esta ciudad me estaba brindando un segundo momento de conexión.

He aquí la explicación del título de este post. Finalizando el recorrido por la colina de Montmartre, aún con una imagen mental de Paris en forma panorámica, captada desde la Basilique du Sacré-Coeur, elegimos un descanso frente a la Place du Tertre. Ordenamos esta vez una crepe clásica, sólo miel, y en mi intento por seleccionar una bebida que no interfiriera este sabor, lo dejé en manos de la sugerencia del día: un Apple Mojito, por favor. Ya ubicada frente a esta admirable plaza, descubriendo lentamente cada uno de los actores que hacían de esta bebida una mezcla explosiva de sabores, con atención plena a esos artistas que tienen el don de dar vida en un lienzo a todo aquello que es captado por sus ojos, fue como obtuve mi tercer momento de conexión. Gracias, París.

Finalmente, toda mi atención fue captada, no hubo etiquetas que describieran lo vivido, las imágenes hablaron por sí solas. Sin duda alguna, un lugar mágico, con un deseo de volver como único souvenir.

Permite que tu próximo destino a conocer sea el responsable de darte la bienvenida, disfruta tus momentos de conexión, son ellos quienes tienen preparado los secretos de esos lugares, las imágenes que sólo tu mirada podrá captar y al final, son los que aseguran tu próximo boleto.

Respira y vive.

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Por: Jessica Campos

Pertenezco a ese pequeño porcentaje dentro de cada grupo de amigas que aún no posee ese regalo de Dios llamado hijos. Descuiden, cuando escribí la palabra regalo, también tuve un flashback sobre los regalos mencionados en el post anterior ¡Te regalo tu regalo!, pero les aseguro, esta vez no hablaremos de ese tipo.

Esa etapa donde toda mujer se convierte en Madre es indiscutiblemente admirable. Muchas de ellas invierten una gran cantidad de tiempo en planificarla, comenzando desde el día 1 en que la noticia es revelada, otras sin embargo, lo tienen todo preparado desde mucho tiempo antes, “en caso de que nueve meses no sea suficiente”, es lo que afirman; y hay algunas que no cuentan con tiempo alguno, porque sin saberlo, ya lo están siendo.

Es preciso saber que al ser Madre, se adquiere un empleo de por vida, un empleo muy característico válido decir, ya que no está permitido la discusión de su contrato. De inmediato das paso a cumplir un horario a tiempo completo, eres personal de confianza, trabajas más horas extras que las establecidas en cualquier Ley, cumples con guardias diurnas y nocturnas; y por supuesto, no existen días de descanso o feriados. Es probable que algunas con sólo leer estas líneas ya se lo estarán pensando, no worries, la parte positiva de este empleo es que cuenta con la mejor e inmediata remuneración: ésta es recibida a diario, en cada gesto de amor. Bueno, es lo que dice mi madre, y yo le creo.

Me pregunto cómo hacían las Amigas Madres para compartir todas sus experiencias en tiempos anteriores a los actualmente tecnológicos. Porque si algo ha sido útil en nuestros tiempos, son los aclamados grupos WhatsApp. En cuanto alguna de ellas inicia la conversación, es como sentarse a ver una película de acción-comedia-ciencia ficción con un poco de drama, bueno más de un poco. Podrían pasar horas intercambiando cada experiencia, siendo inevitable reír en muchos casos por la gracia que utilizan para describir cada situación, pero al final, cada una se lleva un buen aprendizaje y más de una resuelve sus dudas. Nosotras, las del mínimo porcentaje mencionado arriba, también aprendemos de ellas, sin que lo noten estamos allí atentas, observando cada una de sus palabras y haciendo un screenshot a cada comentario, hasta que sea hora de desempolvarlos y tomar lo mejor de ellos.

Sin duda existen miles de características que describen a cada Madre. Están las dedicadas, protectoras, defensoras, preocupadas, y hasta las cheerleaders. Todo su amor, dedicación y tiempo las hacen únicas. No existe patrón alguno, cada una va a su ritmo, condición y espacio, y los resultados están demostrados en sus maravillosos frutos.

Acudí a dos amigas para preguntarles ¿Qué se siente ser Madre?, comparto sus opiniones:

“Ser mamá nos transforma profundamente como seres humanos, esta transformación es constante y durará lo que dure nuestra vida, es un aprendizaje, renovación y descubrimiento junto a nuestros hijos, ellos suelen convertirse en nuestros mejores maestros »

“Es el amor verdadero. El amor a primera vista. Es único, es por quien realmente darías tu vida misma, es un sentimiento que llena tanto que te quedas sin palabras para explicarlo. Una madre es un ser bendecido por Dios, es hermoso pero también es lo más difícil porque de ti depende quién será tu hijo en el futuro, es educar, ayudar, enseñar, escuchar, hablar, tener paciencia, entender, aceptar, estudiar, comprensión, jugar. Es el trabajo más fuerte y el mejor recompensado con cada beso, con cada abrazo, con cada mami te amo!”

Palabras que inspiran, ¿verdad?

Elegí hablar de ellas por ser este el mes donde son las protagonistas. Es primordial realzar su importancia, su valor, su espíritu de guerreras, sobre todo a aquellas quienes se van estrenando en el ámbito y vienen con un extra de fuerzas para atender todo, sin dejar escapar un mínimo de detalle.

Felicidades a todas mis Amigas Madres, en especial a mi favorita, Judith.

Respira y vive.

Alemania (177)

Por: Jessica Campos

Existen personas que van por la vida con un único propósito: la entrega de regalos. A muchos nos parecería sorprendente este maravilloso acto y hasta nos gustaría contar con el tiempo y la disposición para copiar tal gestión. Sin embargo, en esta ocasión, el tipo de regalo al que me refiero es aquel que nadie quiere recibir. Sí, así como lo lees, por muy agradable que sea la intención, preferimos no recibirlos.

Son esos regalos cuyo envoltorio reconocemos a distancia con nuestra mirada, y que al identificarlos buscamos la salida más próxima para no ser electos como ganador, pero en algunos casos no existe tiempo suficiente para ello, en un abrir y cerrar de ojos ya están allí, frente a nosotros, sin pedirlos, sin merecerlos, sin quererlos. Para resumir, se trata de ese regalo que viene cargado de ira, gritos, insultos, descontento, emociones, todo un sinfín de energías y que sólo requiere sea aceptado para salir a gusto en su máxima expresión.

Es impresionante la labor de las personas que cuentan con ese don especial para hacer entrega de una gran cantidad de estos regalos durante el día; y pobre de aquel que cuente con la suerte de recibir más de uno. Me atrevo a decir pobre, porque hasta ahora creo que ya hemos identificado el tipo de personas que hace entrega de ellos, el regalo que traen consigo y el placer que el momento genera.

Hace poco pude toparme con una de estas personas. Desde lejos la vi y al observar ese envoltorio de inmediato identifiqué ese regalo. Mientras recorría su trayecto, mi corazón comenzó a tener la sensación de ir en un Jet Ski con conductor aficionado, esa sensación donde le das la bienvenida a la llamada adrenalina; por tanto me dispuse a seleccionar cualquier práctica que me permitiera sobrellevar ese momento en el cual en pocos instantes me tocaría cumplir como espectadora. Miles de opciones pasaron por mi mente en cuestión de segundos; y en el intento de realizar varias plegarias para encomendarme a Dios, repetir cualquier afirmación cuyo factor común fuese un Todo está bien, iniciar un conteo hasta diez, cien o mil, o quizás trasladarme mentalmente a un paseo en bote por los hermosos canales marrones de Amsterdam; el momento ocurrió. En ese instante, sin más, abrí mis ojos y de mí solo salió un temible: ¡TE REGALO TU REGALO! Prefiero no contarles el desenlace.

Quiero explicar por qué he resaltado la palabra aceptado en el segundo párrafo. Nosotros como personas somos capaces de seleccionar todo aquello que nos hace sentir bien. Bien lo explicaba en el post anterior Receta para la FELICIDAD, debemos identificar aquellos sentimientos de felicidad que hacen enriquecer nuestro corazón, nuestra alma. De igual forma estamos en la constante búsqueda de condiciones que nos permitan vivir en el escenario más óptimo de nuestro entorno. Es por ello, que tratamos de evitar este tipo de momentos, y de devolver aquellos regalos que sabemos no merecemos. Se trata de no aceptarlos, simplemente debemos dar gracias por su intención y seguir adelante.

Aunado a esto, es importante hacer una visión interna, evaluando si nosotros estamos haciendo entrega de este tipo de regalos, porque de ser así, es vital comprender que el único destino que tendrán estos regalos es a nosotros mismos. Imagínate por un momento tu hogar, tu vehículo o tu lugar de trabajo lleno de todos esos regalos devueltos. Con sólo disponerlos en el lugar, están obstaculizando ese espacio que es tuyo, el que compartes con tus seres queridos. Ahora visualiza abriéndolos todos al mismo tiempo, porque al fin y al cabo son tus regalos; el impacto que se generaría en el lugar sería extraordinario, llenarías el lugar de insultos, gritos, gestos y hasta pensamientos que tu cuerpo y tu mente no soportarían. Todo esto sin mencionar el sentimiento que queda al observar que todo el tiempo, dedicación y energía invertida en prepararlos fue una pérdida.

Propongo que hagamos una mejor labor, por nosotros, por la persona que tenemos al lado, por aquella que hace escasos minutos conocimos, por nuestros seguidores en las redes sociales, por nuestras mascotas, por nuestro entorno, por el mundo en general, preguntémonos hoy:

¿Qué tipo de regalos estamos entregando?

Respira y vive.

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Por: Jessica Campos

No la busques, no existe.

Me gustaría que todos los artículos escritos con ese título comenzaran como lo he hecho en este post, así entenderíamos que por muy atractivo que suene, nos equivocamos al hacer el intento de buscar en la web, en libros y hasta en tiendas algo que realmente ya tenemos cada uno de nosotros, y que es único.

La felicidad no es un paso a paso, ni mucho menos una mezcla de medidas exactas de ingredientes a cierta temperatura y con cierta forma de preparación. Acaso nos hemos preguntado qué pasaría si no encontramos todos los ingredientes que esas recetas nos proponen, ¿tendríamos como resultado una felicidad a medias? O quizás quedaría en cuestión el resultado de esa felicidad dependiendo de nuestro nivel en la forma de preparación, ¿sería una felicidad nivel aprendiz, felicidad nivel pro, felicidad nivel master?

Existen infinidad de libros cuyos autores afirman que la felicidad viene de adentro, de nosotros. Y es aquí donde propongo un aplauso para ellos. Es así, la felicidad es aquel sentimiento que nos llega en cualquier momento, lugar, incluso estando solos o acompañados. Si nos traemos un poco de lo publicado en el post anterior, donde afirmaba que Detenerse no es parar, precisamente ese es el camino a seguir para sentir la felicidad. Se trata de vivir nuestras vidas, con naturalidad, identificando ese cambio en nosotros, ese brillo en  nuestros ojos, ese pálpito diferente en nuestros corazones, esa sonrisa inevitable, esa exhalación extensa, esas ganas de cantar, esa risa incontrolable, esa lágrima con un tanto de dulzor, esa sensación de que el mundo se detiene, sin parar.

Y quién más que nosotros mismos para descubrirlo. Por qué dejarlo en manos de Google para que nos muestre el paso a paso de cómo lograrlo – “muchas gracias Sr. Buscador, pero esta vez pasamos”. Y claro está, que tampoco se necesita algún motivo específico para que llegue a nosotros. Cada día puede presentarse desde la forma más mínima hasta la más llamativa alertando nuestro alrededor, contagiando de ese sentimiento hasta hacerlo común.

Compartir sentimientos de felicidad con otros es válido, sin embargo es nuestra responsabilidad permitir que cada persona sea capaz de identificar aquellos que son propios, los que utilizarán para enriquecer su corazón, su alma. Enumerarlos sería agotador, pero vivirlos en el momento y mirar atrás solo para recordar lo grato que fueron, es un motor impulsor. Más que palabras son gestos simples, sencillos, tal como despertarse y sentir que tenemos otro día para vivir, compartir un mensaje de buenos días, son esos cinco peligrosos minutos de sueño profundo que llegan luego de suspender el sonido del despertador, es sentir olor del café, saludar al vecino, detallar la carita de los niños al llegar al colegio con su humor más agradable, es ver tu bandeja de correos pidiendo auxilio y aun así optar por saborear primero otra taza de café; al fin y al cabo sólo es el principio de la mañana y ya la felicidad te ha tocado y tú le has dado la bienvenida, todavía queda mucho por llegar.

Basta con buscar en nuestro interior ese sentimiento de felicidad, repetirlo durante el día y vivirlo en cada momento, teniendo en cuenta que somos afortunados de tenerla. Dejémosla fluir.

Y tú, ¿cuántas veces has sentido felicidad hoy?

Respira y vive.

Detenerse no es parar

Por: Jessica Campos

A mi izquierda un joven inmerso en sus redes sociales, alimentando su sed de estar en aquel lugar que publica National Geographic, segundos después comparte su opinión expresando “es el mejor lugar del mundo”. A mi derecha dos personas mayores descargando su ira sobre el entorno, las miro con atención mientras me indican “cualquier lugar menos aquí”. Detrás, un joven expresando su impaciencia haciendo sonar su pisada, al coincidir su mirada afirma “aquí todo es lo mismo”. A lo lejos, una joven tras mostrador esperando atender a éstas personas y las emociones que traen consigo, se levanta y regresa minutos más tarde. El ciclo anterior se repite.

Reúno sus opiniones, que sin pedirlas fueron compartidas. Todas ubicadas en el tercer cuadrante, negativas con tendencia a una mayor negatividad. Luego analizo, ¿y si el mejor lugar del mundo es este? ¿Y si elijo este lugar ante cualquier otro? ¿Y si en verdad no es lo mismo, al contrario, este lugar hace la diferencia?

En el post anterior Mi primer blog, afirmaba que todos somos humanos y todos vivimos nuestras vidas a nuestro gusto; todos escogemos estar aquí y ahora. Pero qué está pasando que todos estamos contagiados por esa corriente de prisa que estamos viviendo, donde nos impacienta esperar, donde oímos sin escuchar, donde vemos sin observar, donde hablamos sin pensar. Hacia dónde nos lleva, o la pregunta sería a dónde queremos llegar. Cuál es ese lugar dónde llegar primero es mejor, donde no importa el daño que hacemos al entorno, lo importante es llegar, cuál es el premio al mejor lugar, cuál es la recompensa.

Ciertamente, todos conocemos ese lugar. Cada uno de nosotros tenemos uno distinto, o al menos tenemos una imagen de él. Nos encontramos trabajando día a día para llegar a él. Es nuestro norte. Concentramos todas nuestras energías hacia él, es nuestro camino a seguir, es nuestra meta a lograr. Despertamos pensando en él, vivimos pensando en él, dormimos pensando en él. Pero estamos olvidando una gran parte, quizás la más importante. Pensemos por un momento, si escogimos un lugar diferente a ese aquí que todos mencionan, ¿Rechazarlo o insultarlo nos acerca más rápido a nuestra meta? ¿Merece esas opiniones que se escuchan sin pedirlas? ¿Expresar nuestras emociones hará que el resto cambie su pensar?

Lo que aún no sabemos es si alguien habrá escogido ese aquí y al escuchar esas opiniones estamos afectando su pensar, su estadía. No estamos solos. Es posible que alguien más esté recorriendo un camino similar al nuestro. Sin embargo, también es posible que exista alguien cuya meta es opuesta a la nuestra. Es allí donde debemos hacer una pausa y compartir sin dañar, sin juzgar. Detenerse no es parar. Es sólo una forma de entender que la prisa no nos deja el mejor de los premios. Debemos disfrutar el recorrido. Es probable que hoy nuestra meta sea llegar a ese lugar, pero tal vez mañana sea regresar, y ese aquí seguirá estando aquí. Esperando.

Por tanto, debemos cosechar un buen camino, al final lo que buscamos es siempre estar bien. Antes de partir, miremos un segundo a nuestro alrededor y agradezcamos todo lo que aquí pudimos lograr. Es lo que permitirá encaminarnos en paz, en armonía. Es asegurar que nuestros pasos sean firmes hacia un mejor bienestar.

Que todas tus intenciones te permitan llegar a tu lugar, sin olvidar que el aquí cumplió su papel de ayudar.

Respira y vive.

Mi primer blog

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Por: Jessica Campos

Recientemente había querido concretar una idea que tenía tiempo dando vueltas en mi mente. La creación un «blog». He incursionado en varias redes sociales, sin embargo ya era hora de utilizar una que permitiera expresar de manera amplia, pensamientos que surgen de vivencias diarias. Luego de investigar sobre los websites disponibles para abrir un blog, así como las ventajas y desventajas, y realizar comparaciones entre los sitios; finalmente he decidido realizarlo en wordpress.com.

Disponer de un espacio personalizado para describir y expresar lo que se presenta a tu alrededor, es sin duda motivante. Desde mi perspectiva, considero que todos tenemos una manera propia de ver la vida, de disfrutarla, de vivirla; y algunos queremos llevarla un poco más allá, deseamos compartirla.

No existe una manera única de hacerlo, ni tampoco una correcta. El dejar fluir nuestros pensamientos y no esperar nada a cambio, genera satisfacción, así como también permite influir de manera positiva en nuestro entorno. Sin embargo, debemos recordar lo importante de escuchar, con atención, el feed-back que tienen nuestros oyentes y lectores. En eso se basa la retroalimentación, el complemento de hacernos sentir que estamos acompañados, que no vamos solos por el mundo.

Existen múltiples, por no decir infinitas, las categorías que identifican los contenidos de los blogs. Para éste, mi primer blog, considero que se ubicaría dentro de la categoría inspiración. El objetivo es compartir vivencias, experiencias, opiniones, que van desde las más simples como recordar la importancia de detenerse un minuto de nuestras veinticuatro horas diarias, para observar tu alrededor, enfocarse en la respiración, ubicar la mirada en cualquier punto o incluso cerrar los ojos, y a partir de ese momento: agradecer por lo que tienes, amar lo que haces y con un profundo respiro decir estoy viviendo. Les confieso, momentos como éstos, son reconfortantes, energizantes, motivadores. Al practicarlos nos renuevan, nos impulsan a seguir logrando nuestras metas y lo más importante, nos recuerdan lo acelerados que vamos por la vida, sin contemplar sus detalles.

Esto es una introducción a lo que poco a poco, a través de los posts compartiré con ustedes. Si dentro de tus planes también se encuentra la idea de abrir un blog, ve por ello. Siempre habrá alguien que esté buscando la respuesta que tú tienes.

Muchos éxitos en tus decisiones.

Respira y vive.