Por: Jessica Campos
La diferencia entre nosotros los jóvenes adultos y los adultos mayores, se resume en una palabra: sabiduría. Como resultado de ello, son notables las constantes diferencias en la unificación de criterios entre ambos. Su recorrido les permite llevar ventaja, y su experiencia les hace mantener el enfoque en su norte. Por tanto, para ellos es indiscutible su opinión ante lo importante de no saber más, sino saber bien.
Si me dieran a escoger algunas personas para sustentar lo mencionado en el párrafo anterior, sin duda elegiría a mis padres. Si me preguntaran qué diferencia observo en ellos, tomando como referencia más de una década atrás, diría: el cambio en el color del cabello y sus estrenadas quejas luego de bailar. Si al escuchar esta respuesta, alguien gritara un “TAKE #2 (TOMA #2)”, me limitaría cambiarla por tres palabras: acumulo de sabiduría. Ratificando así lo planteado.
La sabiduría no es algo que viene de la mano con el pasar del tiempo, tampoco una gift card al entrar en la edad mayor. Si lo vemos gráficamente en un cruce de ejes: Edad vs. Sabiduría, el resultado no reflejaría una línea diagonal en ascenso en el primer cuadrante. Hace falta un principal factor influyente: intención. Siendo éste el demostrado por cada persona en su propósito de incluir dentro de sus metas, todo conocimiento, vivencias, pensamientos, obras, palabras y acciones que dan valor agregado a las mismas. Es en este momento, cuando damos paso a esa mencionada línea en ascenso y con dirección a perderse en el infinito. Si optamos mejor por verlo de manera tangible, sólo debemos atender a esas personas y observar esa sincronía que existe entre su mirada y su convincente hablar.
Hace poco dediqué unas palabras a una de mis personas elegidas, por motivo del sexagésimo aniversario de su nacimiento. Sin duda existe un extra de fuerza en esas tres últimas palabras, sin embargo fue posible suavizarlas con éstas que comparto a continuación:
“Hay personas que utilizan la edad para condicionar la madurez, sabiduría y hasta belleza de un ser. Para otros es el fruto del trayecto marcado por la vida. Para ti, es sólo un par de números, que juntos forman una acentuada cifra.
Si pudiéramos describirte desde el día que te conocimos hasta hoy, todos llegaríamos a un consenso. Buen humor, humildad, belleza, respeto y una cajita repleta siempre de amor para dar. Tus valores definen tus firmes pasos, y a su vez dan entrega a tus hermosos frutos.
A la fecha más de uno te llama mamá, y otros más dependen de tu hablar. Pero lo que todos hemos recibido hasta ahora es una enseñanza que nos guía en escoger primero dar. Hay dichos que afirman que sólo con gestos se cultiva el amor, tú nos has enseñado que hasta con pensamientos se puede lograr.
Tus sesenta no representan edad. Son años dedicados a vivir esta vida que escogiste, con experiencias de tu agrado, con la compañía de quién siempre suma y con el entusiasmo que permite que esa sonrisa brille cada mañana al despertar, cada día al entregar amor a todos y cada noche al rendir un extenso abrazo a los tuyos.”
Durante el recorrido en nuestras vidas, considero primordial escoger esas personas que forman parte de nuestro andar. Son nuestra referencia, pilar y nuestro diccionario ante cualquier duda. Sin pedir nada a cambio, siempre guardan con amor, toda respuesta que según ellos, ya la estamos necesitando. Sus miradas nos guían, sus palabras nos refuerzan, pero son sus gestos los que hacen que todo descontrol, torne en un perfecto equilibrio constante.
Son ellos quienes aseguran que nuestra sabiduría vaya en progreso, y nos recuerdan en cada paso que lo importante es detenerse, no parar.
Respira y vive
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